miércoles, 25 de agosto de 2010

Bigger

-¿A qué viene esa cara?
-¿Qué cara?
-Te pasa algo
-No... -él sonrió.
-No era una pregunta... dime qué te pasa anda.
-Que no te entiendo. -abrió los ojos, sorprendido. Yo sonreí. -No entiendo como alguien tan perfecto puede querer a alguien tan insignificante.
-¿Por qué no iba a hacerlo? Tú no eres insignificante. Me gustas, eres especial, y yo no soy perfecto.
-Sí, sí que lo eres. Eres demasiado bueno para mi.
-No digas tonterías. -volvió a sonreir de esa forma que quitaba el aliento.
-No son tonterías. Para empezar, no puedo mantener una promesa, y no se puede contar conmigo en absoluto. Además soy una cobarde, demasiado asustada para devolverte las llamadas. Soy una mentirosa, y a veces digo más negro que blanco. Y mi inexplicable ego: no hay nadie menos modesto que yo. -suspiré -Pero a ti no te importa. Tú sigues esperando mientras yo hago el payaso. Eres muy grande, Lucas. Porque todavía estás aquí, con los pies en la tierra. Y por muy estúpido que suene, eres muy grande. Más grande que yo. -él me miraba fijamente, con un brillo especial en los ojos y media sonrisa en los labios.
-Te quiero, Alex. Más que a nada y más que a mi vida. A pesar de todo, de tus defectos, de los míos. ¿Por qué? Por muchas razones, pero sobre todo por una:

Tú me enseñas que se puede querer lo que no ves.